sábado, 31 de marzo de 2012

Percepciones / Percezioni / Percepcions XVIII - Hipócritas

(foto: Iván Castiblanco Ramirez)

"A los hombres hipócritas se les reconoce por la súbita risa de dientes blancos cuando todo está desmoronándose o ya fue recién sepultado. Habitan en sus cuevas de edificios ministeriales, eclesiásticos y bancarios, donde son hasta capaces de volver privado el sol y de hacer público la sombra y el sepulcro. Se desfallecen por gobernar y cuando luego de arduas negociaciones entre espaldas lo consiguen, apenas si utilizan máquinas de calcular que fallan siempre en la misma operatoria, obteniendo curiosos beneficios. Los jueces, por lo general, les piden perdón por la incorrecta sospecha sobre sus bienes. Que no son bienes, sino el Bien. Por eso tensan la ley hacia sí mismos, así como lo hacen con sus corbatas, pero en cuellos siempre ajenos. Sus vestimentas son extrañas morisquetas del buen gusto y transforman unos pocos paños negros en nombres de marcas que todos deberán recordar. Son seguidos por algunos acólitos que, a riesgo de ser humillados, humillan hacia los lados y hacia abajo cada vez más.  No aprecian la rebeldía, el buen humor, la gentileza y la cobardía. Prefieren coleccionar trofeos de caza, ya sea en forma de rinoceronte o de niños o de ríos o de ancianos. Para los hombres hipócritas todo lo demás es signo de debilidad. Estar enfermo, buscar trabajo, protestar, pasear, pedir, denunciar, doler, esperar. No tienen tiempo que perder, por eso no te miran a los ojos sino a la suela de los zapatos. Odian el fuego en las calles y bendicen el fuego del hogar. Detestan la suciedad y concentran toda la limpieza en el canto de las uñas afiladas. Rezan hasta de rodillas, aman a su familia y realizan pactos de sangre con sus instantáneos cofrades. Usan el lenguaje perforado de la maldición, someten con moderada alegría a los desvalidos y desangran el universo. Nunca sienten que tengan algo que ver con el desquicio del mundo. El desorden es su enemigo. El orden en sus cabellos es su principal aliado. Y en sus entierros, como es de esperar, siempre les acompaña una multitud de hombres, igualmente, mortalmente hipócritas".  

1 comentario:

  1. Es MARAVILLOSO encontrarte en estas palabras amigo Carlos. EMOCIONA transitar tus versos y encontrarse en ellos. ¡FESTEJO esta posibilidad de leerte! Claudia Montero

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